martes, 28 de junio de 2011

centralistas y federalistas


Federalistas o centralistas, yorkinos o escoceses, todos por igual, apreciaban y defendían la idea de la autonomía regional. En San Luis Potosí fue ganando terreno la idea de la soberanía del estado que, unida a las de los otros, formaría la nación. Así, el gobernador Vicente Romero se unió al gobernador de Michoacán para reafirmar ese principio en el Plan de Jalapa de enero de 1830, que llevó al vicepresidente Anastasio Bustamante a la presidencia de la república y depuso a Vicente Guerrero. En realidad, es cierto que Vicente Romero seguía los pasos del general Santa Anna, convertido ya en una pieza fundamental en la lucha por el poder. Sin embargo, la conducta de Romero fue duramente cuestionada en San Luis Potosí; el Ayuntamiento de Venado lo acusó de desviación de recursos, diversas infracciones a la ley y abuso de poder, y de la misma forma actuaron la mayoría de los ayuntamientos del estado. La legislatura local consignó a Romero ante el tribunal de justicia y se nombró gobernador a José Pulgar que, al poco tiempo, fue reemplazado por Manuel Sánchez, prefecto del departamento de San Luis.
Como se puede ver, la suerte de los gobernantes era mudable. Así fue la de Vicente Romero, quien intentó recuperar el poder mediante una conspiración, para lo cual buscó el apoyo de militares ya desplazados como José Márquez, Joaquín Gárate y Jose Antonio Barragán. La asonada fue descubierta por Zenón Fernández, también de mudable suerte; Márquez y Gárate fueron pasados por las armas. Romero se salvó del percance y no tardaría en alcanzar su propósito. De lo que no pudo salvarse fue de la siguiente filiación que expidió el gobernador de Tamaulipas, Francisco Vital Fernández, con objeto de aprehenderlo: "Natural de Jalisco.- Edad 46 años.- Estatura pequeña.- Cuerpo regular, aunque un poco barrigón.- Color aperlado.- Ojos pequeños, hundidos y un poco turneos.- Caja abultada.- Nariz larga y aguzada.-Calvo, pero usa casquete.- Barba entrecana, cerrada.- Señas particulares: cuando habla está haciendo movimiento con la boca y carrillo derecho".
En 1831 asumió la gubernatura constitucional del estado José Guadalupe de los Reyes, diputado por San Luis Potosí en el Congreso Constituyente de 1824, fiscal del primer Supremo Tribunal de Justicia en el estado y presidente de la junta de vecinos de San Luis Potosí que se pronunció por el Plan de Jalapa. Se preocupó por continuar con la obra iniciada por Ildefonso Díaz de León para introducir a la ciudad de San Luis el agua de la Cañada del Lobo. Las obras se realizaron bajo la dirección del doctor Juan Sanabria. Las llaves de la caja del agua se abrieron a finales de noviembre. En ese año de 1831 se comenzó a publicar el primer periódico oficial del estado, la Gaceta del Gobierno del Estado de San Luis Potosí que, al año siguiente y por disposición del gobernador Romero, cambiaría su título al de Yunque de la libertad. En marzo de ese mismo año Francisco Recelli, teniente coronel de ingenieros remontó el río Pánuco en vapor hasta Tamuín, en la exploración de nuevas rutas que, en ese momento, significaban una mayor posibilidad de intercambios comerciales pero también de influencia política. El control de las rutas que conectaban con el oriente del estado y el Golfo era una estrategia fundamental para el ejercicio del poder y los grupos que lo disputaban.
En enero de 1832, el general Esteban Moctezuma se sublevó en Tampico con la propuesta de establecer un nuevo estado huasteco que tendría a Tampico como capital. Mientras tanto, Vicente Romero hacía campaña para retomar el gobierno del estado; con ese propósito visitó al gobernador de Zacatecas, Francisco García, quien había organizado una milicia disciplinada y con quien acordó proclamar presidente de la república al general Manuel Gómez Pedraza. En el camino hacia Tampico, para informar del acuerdo a su amigo Esteban Moctezuma, Romero recibió la noticia del pronunciamiento del Plan de Veracruz, proclamado por el coronel Pedro Landero contra el presidente Anastasio Bustamante que había dado un giro conservador a su gobierno; en él se invitaba a Santa Anna a encabezar el movimiento y buscar la reinstalación de Manuel Gómez Pedraza en la presidencia de la república. Esteban Moctezuma se había pronunciado ya, con el apoyo de las fuerzas de Tancanhuitz, San Antonio, Tamazunchale y Aquismón, secundadas por José Antonio Barragán en Valle del Maíz y la legislatura y gobierno de Tamaulipas.
De abril a julio los insurrectos de San Luis, Zacatecas y Tamaulipas se dedicaron a aumentar y organizar sus tropas, mientras el gobierno general de la república se ocupaba de la sublevación en Veracruz. En su camino hacia la ciudad de San Luis Potosí, los pronunciados que encabezaba el general Moctezuma, apoyados por las fuerzas de Zacatecas, triunfaron en la batalla que libraron en la hacienda de Pozo del Carmen con las fuerzas del gobierno y ocuparon San Luis. Ante la ausencia de las demás autoridades, el Ayuntamiento levantó un acta en la que reconocía a Manuel Gómez Pedraza como presidente de la república. Fue así como Vicente Romero se encargó nuevamente de la gubernatura.
Bustamante salió de la ciudad de México a sofocar la rebelión. Iban con él destacados militares, entre ellos, el potosino Mariano Arista, quien logró el ascenso al grado de coronel por el resultado de esta misión. Moctezuma les salió al encuentro en el puerto del Gallinero, Guanajuato, en donde fue derrotado. Romero tuvo que abandonar la ciudad y estableció su gobierno en la ciudad de Ojo Caliente, que entonces pertenecía al estado de San Luis Potosí. Bustamante entró en la ciudad de San Luis a finales del mes de septiembre de 1832 y restableció en el gobierno a José Guadalupe de los Reyes. Las autoridades de los distintos departamentos se vieron en graves aprietos, pues recibían órdenes de los dos gobiernos. El traslado estratégico, cercano a Zacatecas, que Romero hizo de su sede gubernamental contribuyó enormemente a la construcción de este escenario dual en el que, además de la confusión, también se dieron las condiciones para que los políticos locales más hábiles ensayaran sus lealtades, sopesaran su poder y reforzaran sus campos de influencia.
Bustamante partió a Zacatecas para combatir al gobernador insurrecto. A medio camino recibió la noticia del pronunciamiento de Santa Anna en Puebla y su disposición de enfilar tropas rumbo a la ciudad de México. Ante estas noticias, Bustamante se vio obligado a regresar de inmediato a la capital de la República.
Moctezuma aprovechó esta circunstancia para reunir adeptos en la región de Río Verde y en Tamaulipas, en donde siempre encontró un espacio propicio para rehacer y organizar sus fuerzas. A mediados de noviembre se situó en la villa de la Soledad de los Ranchos y amenazó a la ciudad de San Luis. El coronel Nicolás Condelle defendía la plaza y había asumido todos los poderes, pues el gobernador de los Reyes y demás autoridades habían huido. Moctezuma le pidió que se rindiera y que brindara su reconocimiento a Manuel Gómez Pedraza como presidente de la república. Este incidente suscitó una airada respuesta de Condelle. Vale la pena transcribirla, ya que refleja hasta qué punto la naturaleza y las contradicciones de los hechos políticos actuaban en las esferas más personales:
    Al ser nombrado presidente el señor Gómez Pedraza el año de 28, yo, conducido por las leyes derramé mi sangre en su defensa, y hasta el día respeto la legitimidad de aquel nombramiento [...] se experimentaron vicios horrorosos en el gobierno que le sustituyó, y los intereses nacionales llegaron a servir de patrimonio a la multitud de calígulas de que estábamos infestados. A estos grandes y visibles males fue preciso buscarles un antídoto, y éste lo hallamos en el Plan de Jalapa, al que vuestra señoría se prestó con unas ideas bien opuestas a las que hoy le animan [...] aquel plan salvador fue legítimamente sancionado, y sólo el aspirantismo y otros incidentes pueden en el día acusarlo de ilegítimo y de dañoso; pero yo, conservando el carácter propio de un militar de honor, nunca seré perjuro de unos votos que están obrando en mi convencimiento. Con tal virtud, si el señor Gómez Pedraza ha vuelto a la República, yo lo celebraré por un afecto particular, pero ínterin las cámaras de la Unión no lo revistan de la representación debida, no le seré obediente, porque mi espada la consagré en defensa de las leyes, y por ellas moriré, si fuere necesario.
El general Gómez Pedraza, que se encontraba en el exilio, regresó a México a principios de noviembre de 1832. Condelle capituló a principios de diciembre.
El Convenio de Zavaleta, que se firmó el 23 de diciembre, determinó que Anastasio Bustamante reconociera al general Gómez Pedraza como presidente de la república. San Luis Potosí hizo otro tanto y la guarnición y la plaza quedaron a las órdenes del general Moctezuma.
Vicente Romero volvió a ocupar la gubernatura y restableció la Legislatura, que declaró a Moctezuma general de división y benemérito del estado. Otorgaron, además, el nombre de Villa de Moctezuma a la de Alaquines, donde había nacido José Esteban Moctezuma. Una nueva oleada de antiltispanismo, promovida por la participación más amplia de los federalistas, recorrió las cámaras locales que orquestaron una iniciativa de ley que decretaba la expulsión de los españoles. Esta iniciativa no prosperó; sin embargo, anticipaba la ley general que se promulgó, con muchas reservas, el 16 de enero de 1833.
En las elecciones para el nuevo periodo constitucional Vicente Romero fue electo gobernador. Antonio López de Santa Anna fue electo presidente y Valentín Gómez Farías vicepresidente. Debían ocupar sus cargos a partir del 1º de abril de 1833; no obstante, Santa Anna dejó la presidencia en manos de Gómez Farías y se retiró a su hacienda de Manga de Clavo. Gómez Farías inició la reforma eclesiástica y militar que se conoce como la Reforma de 1833.
Esta reforma, aunque tenía antecedentes en varios estados, pronto despertó una notoria reacción. En Michoacán se pronunció el capitán Ignacio Escalada; el general Gabriel Durán se levantó en Tlalpan e invitó a Santa Anna a suscribir el plan contra el llamado Partido del Progreso —Gómez Farías, Francisco García y José María Luis Mora—se había apoderado de las asambleas legislativas. Unido a Durán y a otros militares, el general Mariano Arista reconoció a Santa Anna como Supremo Dictador de la República; sin embargo, Santa Anna, lejos de secundarlos, combatió a los pronunciados. Salió a pelear contra Arista y Durán, que se internaron en Querétaro y Guanajuato. La epidemia de cólera que asolaba la región y que había cobrado en San Luis y en la Huasteca alrededor de 3 000 víctimas acabó también con los ejércitos, que no tuvieron más remedio que dispersarse. Santa Anna se fue a San Miguel, Arista se fortificó en Guanajuato y Durán marchó infructuosamente sobre la ciudad de San Luis, que se encontraba defendida por Esteban Moctezuma.
En marzo de 1834 Santa Anna asumió de nuevo la presidencia, ya que Gómez Farías no podía controlar la oposición que se había generado con las reformas de 1833. Pocos días después se proclamó el Plan de Cuernavaca que, con el lema de "Religión y Fueros", declaraba al general Santa Anna como la única autoridad en el país capaz de restablecer el orden y la calma. Santa Anna suspendió la aplicación de las leyes de 1833. Gómez Farías se retiró a Zacatecas y poco después salió del país. Sólo tres estados dejaron de sumarse al Plan de Cuernavaca: San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco que estaban de acuerdo en defender las instituciones democráticas y las leyes reformistas. Santa Anna se encargó de convencerlos por la vía de las armas. Romero se dirigió a Zacatecas para procurar el apoyo militar del gobernador García; mientras tanto, el general Moctezuma se quedó como general en jefe de todas las fuerzas del estado. El general Luis de Cortázar, enviado por Santa Anna para combatir a Moctezuma, entabló correspondencia con su adversario; en ella le hacía notar que todo el país había adoptado el Plan de Cuernavaca y que no tendría fuerzas suficientes para resistir. Moctezuma convocó a la junta de guerra y acordaron renunciar a la lucha. También pidió a De Cortázar que le permitiera retirarse a los partidos de oriente, a la Huasteca.
Tomada la plaza por De Cortázar, la legislatura se adhirió al Plan de Cuernavaca y Romero, refugiado primero en Zacatecas, se fue a la ciudad de México. Se nombró gobernador interino a Juan José Domínguez, quien convocó a elecciones y resultó electo gobernador constitucional en enero de 1835. Las personas que integraron los cuerpos de gobierno se inclinaban mayoritariamente por el proyecto centralista y, en algunos casos, si no es que en todos, se les podría calificar de conservadores. Ese año, el cura de la parroquia de San Luis, Jose María Guillén, era, a la vez, el presidente de la V Legislatura del estado.
A fines de enero de 1835 Santa Anna volvió a retirarse a su hacienda de Manga de Clavo; por ello, el potosino Miguel Barragán ocupó la presidencia de la República. El estado de Zacatecas se opuso abiertamente al proyecto centralista y, como respuesta, Santa Anna decretó severas sanciones, entre ellas, la segregación de una parte de su territorio para constituir el estado de Aguascalientes y la cancelación del control que ejercía sobre dichas tierras. A finales del año, el Congreso ya había expedido la ley que sentaba las bases para la futura Constitución central, en la que se daba el nombre de departamentos a los estados, desaparecían las legislaturas locales y el gobierno general se reservaba el derecho de nombrar a los gobernadores. Al oponerse a esta nueva legislación, los texanos encontraron un argumento más para independizarse.
En noviembre los colonos de Texas, en la Convención de Austin, se consideraron con el derecho a organizar un gobierno independiente y adoptar medidas adecuadas para protegerse mientras México no tuviera una constitución que regulase su asociación política. A fin de someter lo que ya se percibía como una rebelión organizada, Santa Anna llegó a principios del mes de diciembre de 1835 a San Luis Potosí, estableció su cuartel general, aumentó sus tropas y partió el 2 de enero de 1836 hacia Texas, donde cayó preso.
El general Barragán murió en febrero de 1836. Lo sustituyó José Justo Corro, quien organizó un nuevo ejército de operaciones, el Ejército del Norte, al mando del general Nicolás Bravo. Este llegó a San Luis Potosí en noviembre de 1836, escaso de recursos; llevó al ejército solamente hasta Matamoros y ahí dejó el cargo al general Vicente Filisola. El mismo año que Bravo entraba con sus magros ejércitos a la ciudad de San Luis, aparecieron en la escena pública los jóvenes políticos Ramón Adame, Julián de los Reyes, Ponciano Arriaga y Mariano Ávila; estos dos últimos iniciarían sus carreras bajo la protección de Esteban Moctezuma y serían piezas claves del liberalismo potosino. La separación de Texas convenció a Ponciano Arriaga y a Mariano Ávila de que el sistema político más adecuado para el país era el federal; sus ideas fortalecieron su amistad con el teniente coronel Ramón García Ugarte, jefe del batallón activo de San Luis, quien se opuso, en abril de 1837, a las nuevas juntas departamentales y proclamó en San Luis el restablecimiento del sistema federal; su lema fue "Federación o muerte".
García Ugarte, al mando de sus tropas, se apoderó de la plaza, apresó al gobernador, reunió a la diputación permanente de 1834 para que ejerciera la administración pública y encomendó a Ponciano Arriaga la misión de ir a Rioverde y convencer al general Moctezuma para que se hiciera cargo del mando del ejército. Arriaga cumplió con este cometido. Moctezuma se encontró con Ugarte y su tropa, la que se nombró Primera División del Ejército Libertador, y con ella regresó a la villa de Santa Elena, hoy Ciudad Fernández, donde estableció su cuartel. Ante estos acontecimientos, el gobierno general trató de evitar que la insurrección se extendiera y comisionó para ello al general Mariano Paredes y Arrillaga. En los últimos días de mayo, las fuerzas de Moctezuma se enfrentaron a las del general Paredes; Moctezuma cayó herido de muerte en el primer encuentro. Mariano Ávila fue hecho prisionero y Ponciano Arriaga tomó provisiones para ocultarse en la Huasteca hasta fines de año. Ambos contaban ya con las simpatías de importantes sectores de la sociedad potosina.
Con la muerte de Moctezuma y la desaparición de Romero de la escena política regional, quedó claro que los actores de la opción federalista en San Luis Potosí no habían logrado construir un poder hegemónico cuyo eje fuera, por un lado, la gestión política de Vicente Romero, ubicada en la ciudad de San Luis y apoyada por sus alianzas con el federalismo zacatecano y, por el otro, el poder militar de Esteban Moctezuma, sustentado en su arraigo y atractivo en la región del oriente potosino. Ninguno de los dos pudo encontrar el equilibrio entre el poder regional y los continuos cambios del poder nacional. Contrastan con el general Luis de Cortázar, en Guanajuato, quien pudo ejercer su autoridad con una actitud moderada y extender su influencia durante un lapso prolongado no sólo sobre su estado, sino también en los estados vecinos. Es cierto también que el general De Cortázar, a diferencia de Romero y Moctezuma, contaba con importantes recursos económicos personales y era miembro de una de las familias más ricas de la entidad, diferencia que habría de ser significativa para la conformación de los nuevos grupos de poder.

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